Loterías y Apuestas del Estado celebra estos días su 250 aniversario. Con este fin, ha considerado que la mejor forma de congratularse es lanzando una campaña de radio impropia de un país en el que, la inmensa mayoría de los que lo habitamos, nos esforzamos, día a día, para hacerlo mejor, más grande y, sobre todo, competitivo, internacional y moderno. Las tres impresentables cuñas ideadas por Mccann Erickson y que tratan de despertar la atención del inocente ciudadano son las siguientes:
- “En 1908 ingenieros americanos soñaban con ser los primeros en fabricar un automóvil en serie. Ese sueño estaba bien, pero ese mismo año aquí los españoles, fueran ingenieros, campesinos o trapecistas, si llevaban un billete de Lotería en el bolsillo ya podían soñar con que al otro lado del charco acabaran cuanto antes su cochecito para encargar la versión limousine”
- “En 1987 los diseñadores de una conocida marca de zapatillas soñaban con crear las primeras con cámara de aire. Como sueño es bonito, pero en España en esa época los veinteañeros que compartían un décimo de Lotería soñaban con que salieran ya al mercado las zapatillitas, comprarse toda la gama de colores disponible y saltar pero bien en la superdiscoteca que podrían montar en Ibiza”
- “En 1764 el capitán Cook soñaba con dar la vuelta a Australia haciendo mapas de la zona. Como sueño no estaba nada mal, pero en ese mismo momento en España cualquier capitán o ayudante del ayudante del capitán, con un billete de Lotería en su poder, podía soñar con que el bueno de Cook terminara su dichoso mapa para hacerse un señor viaje por las antípodas”.
Posicionar al español a la sombra de una encima, soñando en que será tocado por la varita de la suerte, para así poderse beneficiarse, e incluso apropiarse, de lo que en otros países se está diseñando, fabricando y, en definitiva, innovando, es un insulto a mi país, con el agravante de que quién me ofende es, hasta la fecha, un organismo público.
La cultura del pelotazo y del dinero fácil es lo que nos ha sumido, sin duda, en la mayor crisis económica desde la posguerra. Admirar y fijarse tan solo en la anécdota del afortunado es alentar conductas propias de aquel que no aporta, ni aportará, nada a la sociedad. En un entorno en el que el emprendimiento se acerca a los postulados de la ciencia ficción, vanagloriarse de esta actitud es indecente, hiriente e impropio de una campaña estatal.
Teniendo en muy buena estima a los profesionales de Mccann Erickson, me cuesta más aún entender la redacción de las comentadas cuñas cuando compruebo que se enmarcan dentro una campaña mucho más amplia, en la que el spot protagonista es una impecable historia, esta vez sí, llena de sentido, innovación y, si me lo permitís, patriotismo real, que retrata fielmente al país que representa su cliente: