Y por fin, los partidos políticos se dieron cuenta que deben escuchar a los que les soportan y asumir sus propuestas. Estrategia que, una vez más, se lleva haciendo decenios en la empresa privada, ese gran desconocido para la mayoría de los que nos representan. Sin embargo, esta corriente de colaboración y participación se transforma, con excesiva facilidad, en mítines unidireccionales que buscan poco más que hacerlo coincidir en tiempo con el informativo del todavía medio de comunicación más popular. Es verdad que hay algún intento real y sólido de marcar la dirección de un partido en base a lo escuchado y, como no, aprendido de quienes están demandando contribuir en lo que será su hábitat, su sociedad, pero no es menos cierto que en ningún caso se está haciendo con la energía y, sobre todo, con la valentía que requiere un proceso así. Mucho hay que cambiar, sobre todo en la manera de pensar, siendo imprescindible una nueva generación que libere de vicios a los acomodados del sillón.
Dentro de los intentos de apertura se plantea la posibilidad de hacerlo de forma multitudinaria en la mayor parte de los casos, aunque en la práctica se adhieren los de siempre. Siendo ambiguo el término ‘crowdsourcing‘, y tal vez solo aplicable a la empresa privada, me quedo de ella la suma de las palabras ‘multitud’ y ‘externalización’, lo que en política sería, siempre bajo mi interpretación, poner encima de la mesa la participación extrema. Por otra lado, está la ‘Co-creación‘, una palabra más de moda en nuestra país que el ‘crowsourcing‘, probablemente por estar en el lenguaje de Cervantes en lugar del de Shakespearse, y es que el abuso de anglicismos ha terminado en el rechazo de los mismos. La ‘Co-creación‘, ya en boca de todos normalmente de forma desacertada, no está abierta a todo el mundo, tan solo se dirige a los afines o posibles afines de una causa, empresa o proyecto, con lo que, en mi opinión, se queda corta para la construcción política o, como ocurre ahora, es lo que de forma natural se tilda como participación, sin atraer el valor verdadero.
La ‘Co-creación‘, con el ánimo de construcción política, está bien como inicio de un proceso de participación, llegando a militantes, simpatizantes y posibles infieles o indecisos, pero claramente insufiente para crecer y llegar a quienes no están en la órbita o la distancia les impide ser abducidos. Para llegar a un proceso de participación amplio -total en su forma ideal- es necesario dar el segundo paso, el ‘crowdsourcing‘, que ningún partido, al menos en España ha dado, invitando a toda la comunidad, a todos los ciudadanos, a participar de forma activa.
Es muy difícil lograr los ojetivos del ‘crowdsourcing‘ tal y como están configurados y encallados los partidos a día de hoy, pero no es imposible, hay fórmulas de escucha y conversación alejadas de los inútiles escenarios monocolores e intimidadores. Es cierto que hay que estar en la calle para llegar a la gente, pero las nuevas formas tecnológicas nos permiten escrutar las necesidades poblaciones del repositorio de ideas que de manera desordenada viajan en forma de Big Data. Trasladar toda esta información al mensaje, alimentando de contenido el debate interno y, por tanto, la ‘Co-creación‘, construirá las bases de un futuro real y sólido, para elevar la participación al ‘crowdsourcing‘, en el que deben tener cabida todo el que lo desee, y del que finalmente se deben extraer las acciones concretas, en un diálogo continuo, con independencia de si se está en la tarea de gobierno o no.
Valiente no sólo es el que afronta el peligro, sino el que sabe comenzar con dignidad cuando éste le ha vencido. Los ciudadanos -otrora ‘peligro’- exigen participar y ser parte de la acción. El reto es que participen todos, no solo solo los ‘fans’. Ya no valen los mítines.