Esta semana que acaba, acaba también con mi posición de Director General de Gobierno Abierto y Nuevas Tecnologías del Gobierno de Navarra. Una experiencia única, irrepetible e infinitamente más enriquecedora que cualquier máster o posgrado que haya podido realizar. Un privilegio de experiencia que tan solo puedo comparar con las sensaciones y aprendizaje que para mi supuso la creación de mi propia empresa en el año 2007, una actividad, esta última, que debería ser obligatoria para cualquiera que se considere gestor, ejerza como tal o vaya hacerlo en el futuro.
Pasar por la administración, ocupando un alto cargo, y que encima esté relacionado con el ámbito TIC en el que llevas trabajando los últimos 14 años de tu vida profesional, es un sueño, un sueño al alcance de muy pocos que hay que continuar.
Durante este tiempo, del que no he querido perder ni un solo segundo, he tenido acceso directo a ministros, exministros, secretarios de estado, consejeros, presidentes autonómicos, embajadores y, sobre todo, Directores Generales, empresas, instituciones y asociaciones, todos ellos, como no, relacionados con las Nuevas Tecnologías y los Sistemas de Información. Un nuevo aire apara mi agenda, pudiendo presumir de haber construido amistades sinceras y, seguro, duraderas. Con emoción pude constatar esta realidad después de que, por razones absolutamente ajenas a mi labor e intenso trabajo que venía ejerciendo, haya tenido que renunciar al puesto y, acto seguido, recibiera el cariño, la solidaridad, apoyo y afecto de todos ellos. Muchas gracias amigos, lo pasé mal, y os sentí cerca. No lo olvidaré.
Como experiencia profesional, insisto, solo comparable con mi etapa emprendedora, me llevo el mejor de los máster, sin duda, en la más prestigiosa escuela de negocios que pudiera existir. He podido comprobar lo diferente que puede ser gestionar una administración pública a dirigir en una empresa privada. Sin entrar en comparaciones, de todo se aprende, y de ambas he aprendido, mucho. Sin embargo, lo más importante, al margen del capital humano, es haber conocido de primera mano las necesidades públicas en materia tecnológica. La solución para conseguir los ambiciosos objetivos en austeridad, ahorro y mantenimiento del nivel de servicios a los ciudadanos pasa, inexcusablemente, por la normalización en el uso de las TIC en la práctica totalidad de los procesos. Desafortunadamente, en los más altos escalones de los Gobiernos, municipales, autonómicos o central, no son conscientes de esta realidad hasta que se lo traduces a su lenguaje, y consigues, incluso, que inviertan en algo que, probablemente, nunca haya estado ni en su más elemental diccionario.
La evolución tecnológica, Internet, las comunicaciones y la forma de entender el mundo están cambiando a un ritmo difícil de cuantificar. Se nos presenta un panorama crucial, en el que los gobiernos deberán optar por adoptar las medidas necesarias para estar a la altura de la realidad, o permanecer en la obsolescencia, alejándose sin remedio de sus gentes, y cayendo en el más absurdo de los gastos: aquel que genera la involución. No podrán seguir mucho tiempo negándose a invertir en modernizar la atención sanitaria, mejorar las infraestructuras de comunicación, construir la interoperabilidad entre las administraciones, virtualizar los puestos de trabajo y la práctica totalidad de los desarrollos, acceder con naturalidad a los soportes móviles -espacios en los que realmente se encuentra el ciudadano- y así, un largo etcétera de tareas pendientes, incluyendo la adopción de las pautas del Gobierno Abierto y la Transparencia y la tan luchada ‘contratación conjunta’. Tareas de inversión con inmediato retorno. Solo falta concienciación, y, por tanto, evangelización, constatada con datos, ahorros, números y eficiencias. Por mi parte que no quede, durante este periodo lo he intentado, y he construido lo que creo que serán los cimientos de esta lógica evolución.
Fin de una etapa. Fin inesperado de una trepidante etapa. Todo fin va seguido de un principio, el principio de lo que será una nueva etapa profesional en mi vida, en la que pienso poner, como hasta ahora, toda mi energía, esfuerzo, trabajo, implicación y conocimiento. Una nueva etapa que anunciaré aquí pronto, espero que muy pronto.
Muchas gracias a todos los que me habéis acompañado, en especial a ‘mis funcionarios’, un colectivo tratado de forma injusta y repleto de grandes y comprometidos profesionales, a la altura de cualquier ejecutivo con el que me haya podido cruzar a lo largo de mis 14 años trabajando en grandes multinacionales de las telecomunicaciones y los medios de comunicación. Muchas gracias por confiar en mi, nos volveremos a encontrar.