ESTADOS UNIDOS: Operación desenrosque de boina


‘Es imprescindible viajar a los Estados Unidos al menos una vez año para desenroscarse la boina’. Con esta elocuente y descriptiva frase saludaba un buen amigo y exjefe cada vez que regresaba del viejo oeste con la maleta siempre cargada de nuevas ideas e innovadores proyectos, una sensación con la que de forma repetida me cargo cada vez que vuelvo del país que de la nada supo atraer a los emprendedores de Europa y, en definitiva, a lo mejor de cada casa, y esta vez no es un sarcasmo.

Con un ya casi extinguido año 1984, pisé por primera vez Estados Unidos, pasando mi primera noche en San Francisco, por esas fechas inmejorable plató de la película de James Bond ‘Panorama para matar’, estrenada un año después y, como es habitual en el género del agente de Su Majestad, inspirada en la máxima actualidad social del momento, ya por aquel entonces, Silicon Valley.

Acabo de regresar de Nueva York, de un viaje, en principio, de ocio, y, sin embargo, como ya he dicho tantas otras veces, soy incapaz de distinguir el asueto del trabajo, una suerte que también tiene su lado negativo en el ámbito personal. En esta ocasión, y como ya pude intuir en otra reciente visita a los Estados Unidos, he podido comprobar que, el patrón de que  ‘lo que sucede ahí se repite aquí de forma matemática’, ya no requiere de esos cinco años, como se decía inicialmente, o esos dos, que oía de forma reiterada hace bien poco, para trasladarse como un calco a nuestros mercados. Ahora, la traslación solo necesita de días para poderse implementar, faltando únicamente el componente cultural, batalla que doy por perdida en aquellos que en mi primer viaje a San Francisco contaban ya con dos dígitos en su casillero, que tengo la esperanza de que se está ganando en el resto de los que habían nacido, y que no me cabe ninguna duda que no es necesario batallear en los nativos digitales, es decir, en los que no pudieron asistir al estreno de la decimocuarta película de la saga de las adaptaciones de Ian Fleming.

La gran diferencia, y este es un aspecto que ya viene siendo repetitivo en esta bitácora, es que las herramientas disponibles aquí y allá son las mismas, para grandes y pequeños, para niños y niñas. Todos, absolutamente todos, tenemos acceso a los mismos dispositivos y aplicaciones, con lo que la diferencia está en el uso, es decir, en la cultura, de ahí que, con la implacable ley de la vida, cada vez serán más los que entiendan el momento en el que vivimos, y menos los que ignoren el cambio que ya se les ha venido encima.

Cuando hablo de herramientas, no hablo de Java, PHP o cosas, para algunos, raras, ni tan siquiera de mi añorado HTML, hablo de Twitter, Facebook y FourSquare, utilizados por tiendas, tienditas, tiendazas, bares, taxis e incluso el Empire State Building, que utiliza su cuenta tuitera y su página facebukera como lo pudiera utilizar la fruteria de la esquina, que, por cierto, en Estados Unidos, lo hace.

Si antes me llamaba la atención la cantidad de redes wifi que había en cada esquina, ahora mi asombro y, en gran medida, envidia, está focalizada en la generalización en el uso de esos espacios, las redes, que, aunque parezca mentira para algunos, tenemos disponibles en España en igualdad de condiciones, ni más ni menos, creando un recelo por estos lares injustificado y que bien se nos quitaría si siguiéramos la recomendación de mi exjefe con la que comienzo este post.

Si haces checking con FourSquare en cualquier punto de Nueva York, son decenas las ofertas a las que puedes acceder, así como conocer las novedades de cualquier establecimiento o servicio –incluso público (OMG)– por medio del simple pero efectivo Twitter, sin olvidarnos de la información que podemos obtener de Facebook, cada vez más presente y consciente de la importancia de la inmediatez de los dos anteriores ejemplos, añadiendo recientemente Facebook Places y Facebook Offers, orientadas a eso, a la inmediatez del consumidor y, como a nadie se le escapa, a la movilidad.

Son muchas las imágenes que me traje de anuncios en prensa promocionando sus espacios en redes, así como fotos de escaparates con pegatinas indicando lo mismo, e incluso descubrí ‘Google Favorite Places’, muy extendido entre el pequeño comercio y otra amenaza para la supervivencia de las Páginas Amarillas. Os dejo una de las promociones que me llamó la atención, no por su originalidad, pero si por su estandarte, la ABC, American Broadcasting Company, pionera en su día, y medio tradicional hoy, que parece entender el imparable ascenso que está experimentando Internet como soporte.

No hemos aprendido la lección de prestar el máximo de atención a lo que por allí sucede para tratar de llegar a un acuerdo de mínimos en la histórica pero poco evolutiva parte del globo en la que nos toca luchar contra los elementos. Son muchos y, de momento poderosos, los que manejan la información en contra de la evolución, pero debemos congratularnos al comprobar que las barreras de entrada no existen, que competimos en igualdad de condiciones y que el cambio de tendencia ya se está dando, estando en nuestra mano el buen uso de las aplicaciones para que, como en Estados Unidos, su uso sea normalizado y el usuario entienda y perciba su utilidad, ventaja y, sobre todo, su beneficio.

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