No es por insistir, pero el modelo de la comunicación está cambiando, por mucho que se empeñen en mi facultad en seguir dando el mismo temario que cuando abandoné aquella mole de hormigón, que contaba la leyenda que se construyó siguiendo los planos de una cárcel de mujeres ¿y por qué de mujeres? me preguntaba yo.
Ya se ha escrito bastante, incluso en esta bitácora, y tampoco era necesario, tal vez, recordar que el mundo se encuentra en un momento apasionante, pasión que abarca el terreno de la comunicación, y otros tantos campos, a veces buenos, a veces malos. La llamada de la llegada del lobo ha sido escuchada, en menor medida, por algunos medios de comunicación, aunque hay que reconocer que, la forma de entender la adaptación del fiero Internet a los diferentes soportes, ha sido ridícula. Sin tapujos ni medias tintas. Televisión, prensa escrita y radio, sin entrar en otros soportes menores, han intentado, e intentan, hacer un guiño a la red pasando de puntillas por ella y, en algunos casos, ni tan siquiera existe ese voto de confianza, maquillaje, prueba, acercamiento o como quieras llamarlo.
Este post lo escribo desde mi iPad, o lo que es lo mismo, desde una tableta, que ya les gustaría a muchos que fuera de chocolate para acabar con ella de un simple mordisco, volviendo a la prehistoria de la comunicación y, en definitiva, al poder de unos pocos. Desde este aparato, puedo ver la tele, leer prensa y (aunque sea hombre) escuchar a la vez la radio, pero si me quedara aquí, cometería el error que muchos están cometiendo, estaría haciendo lo mismo que hacía mi abuelo hace 40 años, pero en otro soporte, y no es así. Es evidente que ya no veo la tele como antes, podemos elegir canales del mundo, ver series antiguas, modernas, descargarte vídeos, crearte tus animaciones, comentar, compartir, enviar, editar y, al fin y al cabo, hacer lo que me da la gana, que, sin lugar a dudas, es lo que está primando a la hora de ampliar conocimientos. Igualmente podría informarme por medio de la prensa escrita digital, y lo hago, pero escritos son los diarios, y también otras webs, blogs, chats, foros, redes sociales y ‘n’ espacios que tendrán mi confianza en tanto en cuanto su información satisfaga la universal necesidad de informarse. Por último, y sin menospreciar a aquella que ya se intentaron cargar con la aparición de la televisión, la radio se escucha nítida desde este invento de Apple, con la diferencia de calidad y selección mundial de emisoras que no voy a entrar al detalle, sin embargo, la caspa sigue aflorando en su contenido, devolviéndonos a su imagen clásica de aparato de museo, cuando debería ser todo lo contrario.
Como profesionales de la comunicación, y volviendo al error de entender que se ve, se lee y se escucha igual que antes, entiendo que debemos ponernos en la piel del usuario de una vez por todas, y dejarnos de hacer el paripé, haciéndonos creer que estamos en el río de los cambios añadiendo a nuestra web un enlace a Facebook, Twitter, Tuenti, Linkedin o lo que sea, cuando lo que tenemos que comprender es que el cambio es mucho profundo que todo eso, y está muy bien emitir tuits en directo en televisión –muy pocos se han atrevido-, añadir la caja de Twitter en prensa con temas candentes o leer los comentarios de los oyentes en el grupo de Facebook de cualquier programa de radio, pero la apuesta debe ser mucho más amplia, o nos ahogaremos en la corriente en lugar de seguirla.
Hoy en día, para montar una televisión, basta con una cámara y un streaming -incluso gratuito-, si por el contrario quieres montar un periódico al uso, ni que decir tiene las múltiples posibilidades para salir a la luz al mayor de los niveles, al menos, de diseño, y si lo que piensas es montar una radio, pues no pocos son los espacios que te invitan a crear tu propia emisora y emitir sin necesidad de permisos, leyes y tapujos, todo ello creado con la única intención de mantener el ‘status quo’ e imponer ‘el orden’.
La capacidad de supervivencia de los medios tradicionales es directamente proporcional a su capacidad de adaptación al nuevo escenario, una virtud que ya se ha demostrado escasa en cualquiera de los tres soportes mencionados en este post. Las barreras de entrada ya no existen, y son muchas las iniciativas que tratan abrirse paso, que por su alto número, y por mera estadística, triunfarán.
Especialización, tanto en materia como en espacio, orientación al usuario, construcción del medio como vehículo colaborativo y mucha, mucha valentía, es la receta que propongo para cambiar modelo, nada nuevo para los que vienen, algo absurdo para los que van.