Fechar el nacimiento de Internet es complicado, sin embargo, datar el nacimiento del comercio electrónico puede ser más sencillo, ya que, sin mojarme en exceso, diversas fuentes coinciden en que fue Pizza Hut quien en 1994 adaptó su web a la venta de pizzas online. Precisamente fue a comienzos de los noventa cuando en nuestro país empezaron a surgir las tiendas de ‘Todo a 100’, en las que podíamos encontrar de todo, o más bien de nada. Hoy, con el negocio de los ‘Todo a 100’ asentado y transformado en bazares normalmente regentados por ciudadanos chinos, se multiplican los establecimientos que sin ningún pudor y alimentados por la crisis lucen enormes carteles con las palabras ‘Compro Oro’, un mensaje nítido, conciso y sencillo. Simplemente compran oro. Una moda creada de una necesidad.
En Internet, al igual que en el comercio tradicional, estamos supeditados a las modas, algo que no se le escapa a nadie y que ya tratamos hace dos años en este mismo blog bajo el título ‘Modas e infidelidades‘. Mi preocupación, y por tanto, lo que me ha llevado a escribir este post, es que las modas en este medio online van y vienen a una velocidad inversamente proporcional al riesgo que tiene abordarlas. Y me explico. Abrir una tienda, una franquicia o cualquier espacio físico de compra-venta, servicios o asesoría, requiere de una inversión nada desdeñable –hablo desde el sufrimiento conocimiento-, sin embargo, probar suerte en el mundo de las Nuevas Tecnologías, con un poco de talento y, por supuesto, con mucho esfuerzo, no supone, en la mayoría de los casos, inversión económica alguna. Con poco dinero ‘cualquiera’ puede probar suerte por aquí, y de ahí que la velocidad hacia la que evolucionamos sea infinitamente superior a la de cualquier medio de subsistencia convencional, con todo lo que ello conlleva, encontrándote que lo que hoy vale, mañana -literal- deja de existir, teniendo la obligación de estar motivado para el cambio, y no agazapado, como hoy es tradición en cualquier ámbito laboral o profesional.
En un momento en el que la palabra ‘emprender’ se ha convertido en la meta personal de toda aquel que tenga pulso, las posibilidades de autoempleo son infinitas y los riesgos son mínimos. La llegada de este mundo de innovación sin barreras, la popularización de un nuevo soporte sin cables completamente inexplorado, y la posibilidad de construir nuestros propios sueños con muy poco ingrediente material, nos sitúa en un momento crítico -por lo maravilloso- y similar al que ya vivimos a finales de los 90 y que muy pocos -hoy justamente encumbrados- supieron aprovechar.
Estoy de acuerdo en que emprender en el mundo de Internet es diferente que hacerlo en el mundo físico, pero tampoco lo pondría «tan facil».
Estoy de acuerdo también que «cualquiera» puede probarlo con poco dinero, pero por experiencia puedo matizar que arrancar un negocio y lograr que sobreviva, y llegue a dar dinero, es tan dificil como lo puede ser en cualquier otro entorno.
Siempre hace falta esfuerzo, visión, tenacidad, mucha renuncia y mucha suerte.
Aunque en algunos casos nos puede parecer que fué muy facil y «sonó la flauta por casualidad», yo creo que no fué así, o al menos en la inmensa mayoría de casos.
Probarlo si es mucho más facil. Pero en un entorno donde la financiación de cualquier proyecto solo vendrá después de lograr una dimensión enorme, lograrlo puede ser quizás más dificil.
Muchas gracias por tu comentario Carles, y por leerme, que o haga un experto como tú en temas de comunicación es un orgullo.
Estoy contigo que emprender requiere de muchas otras cosas que no son dinero, hablas de tenacidad, visión y renuncia, pero me quedo con lo que señalas de esfuerzo y suerte, dos componentes muy ligados, pero a los que no todos están muy familiarizados.
Un abrazo.