Mi admirado Jesús Encinar, uno de los referentes de Internet en España, y en el mundo, al que tuve la suerte de conocer cuando negociamos el acuerdo de colaboración entre el Callejero de PaginasAmarillas.es e Idealista (innovadora alianza por aquel entonces, que te permitía ubicar inmuebles en venta a partir del visionado de un mapa), ha ‘removido’ en su Blog una historia en la que se queja amargamente del ataque sufrido por Facebook en las páginas de El País. A pesar de estar en desacuerdo con la particularización del post en el medio digital del Grupo Prisa, comparto plenamente la crítica al irracional ataque a las redes sociales en general, y a Facebook en particular, que entiendo están promovidas por un conflicto de intereses que tiene como fin dominar alguna de las redes sociales que, de forma masiva, unen por primera vez en la historia a millones de jóvenes y no tan jóvenes, dispuestos a desnudar sus aficiones, prioridades, gustos y deseos, o lo que es lo mismo, una impresionante fuente de consumidores segmentados y puestos a disposición de las marcas para dirigir de una forma clara y concisa los mensajes y productos a tan sólo esas personas a las que pudieran interesar, dejando en ridículo el actual concepto de la publicidad, centrado, básicamente, en el obsoleto ‘café para todos‘.
Estoy en total desacuerdo con la particularización en El País de Jesús Encinar por una obviedad clara que él mismo reconoce en segundo post en el que se retracta, en parte, de lo escrito, y es que infinidad de medios españoles también se hacen eco de esta misma noticia que emite a sus asociados Europa Press , publicándola medios tan dispares como RTVE, 20minutos y muchos otros.
Sin embargo, la realidad es que sí que hay un ataque frontal a las redes sociales, y en eso no puedo estar más de acuerdo con el fundador de Idealista y otros tantos portales líderes de la red. Facebook, número uno en su sector en el mundo, y Tuenti, orgullo de los españoles que amamos el sector Internet, están siendo puestos en tela de jucio una y otra vez, y no sólo en forma de supuesto virus no contrastado, también en forma de amenaza para la privacidad, herramienta terrorista o cualquier otra excusa. Todo vale con tal de poner en ‘tela de juicio’ a los prometedores ganadores de la batalla comercial, y de ocultar la verdadera razón que actualmente tiene la prensa tradicional para ocuparse con tanto interés de un medio que hasta ahora no le había preocupado en demasía: la más que evidente traslación de la inversión publicitaria del cliente del medio tradicional al medio Internet, y el escaso control de estos soportes por parte de los grandes grupos de comunicación en España.
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