Nuestras tradiciones…


Mis incondicionales, si es que hay alguien, probablemente echarán de menos a estas alturas un post que verse sobre las Islas Canarias. Pues bien, este no va a ser ese comentario que describa esta maravillosa tierra, será más bien el espacio en el que ponga como ejemplo a mis islas en una de las pocas cosas que considero que están a la vanguardia: En la defensa de LO NUESTRO.

Y continúo. Muchos de mis amigos y conocidos, están todo el día hablando de España, su defensa, las lindezas, lo maravilloso que es ser español y la suerte que tenemos. Y es verdad, el país que nos ha visto nacer ha sido la mejor cuna, es la más cómoda y bonita cama que nos acoge y será el inevitable lecho que nos devolverá quien sabe dónde. El caso es que estos mismos amigos se mueren por ir a tomar café al Starbucks, rellenar el resacado estómago con una hamburguesa del McDonald’s, refrescarse con helados Häagen Dazs y ver en el cine ‘Rocky Retorna por enésima vez’, por poner algunas ejemplos. Cuando en realidad deberían pirrarles los excelentes cafés y bares de tradición que inundan barrios enteros de nuestras ciudades, pedir en ellos las más elaboradas y exquisitas tapas, refrescarse con un granizado u horchata y ver en el cine una excelente película de nuestro laureado mundo del celuloide. Pero no, somos muy ibéricos, aunque sólo sea para llevar en el retrovisor de nuestro coche la bandera de nuestro país, que aparece ahogada por un nudo, maltratada y probablemente usurpada de una medalla ganada en nuestra reciente juventud con el espíritu de lucha y sacrificio ya desaparecido de muchos de los personajes de los que hablo. Para mi, el sentimiento que me transmite mi nación va mucho más allá que todo eso, y pasa ineludiblemente por la defensa de las tradiciones, la idisioncrasia, costumbres e historia de todos y cada uno de los rincones del país.

Llegado a este punto, es el momento de volver a las afortunas islas y ponerlas, sin que sirva de precedente, como ejemplo en la defensa de los valores propios de una tierra. Un claro testimonio es la factura que recibes en supermercados como el Hiperdino, dónde te ponen en el ‘ticket’ la cantidad de productos que llevas y el número de éstos que son canarios: ‘Lleva usted 38 productos, 14 son canarios’. Es importante, muy importante saber esto. De hecho, los productos canarios llevan adosado un símbolo que los marca como tal, y todos los isleños saben que si ven la figura de dos pájaritos superpuestos -su especie es obvia- sabremos que estamos ante productos que han sido elaborados y manufacturados en alguna de los ocho (por La Graciosa) inigualables territorios insulares.

Producto Canario

 Más allá de este ejemplo gastrónomico, es indudable el esfuerzo que hacen los descendientes de Guanches y conquistadores (no sé si quedará alguno de los primeros) por mantener las costumbres, tradiciones y, en definitiva, posos de nuestros antepasados. Desde hace años, tengo el honor de asistir con cierta frecuencia y enfrascado en mi traje de Mago (no confundir con David Copperfield, se trata de la vestimenta tradicional) a las Romerías y Bailes de Magos que se celebran a los largo y ancho de las islas, en las que se reúnen familias enteras y grupos llegados de todas las islas a bailar, beber y venerar la tradición, todos vestidos rigurosamente con las telas que los señalan de una isla, municipio o región, pero unidos por la música, el vino, las papas, el mojo y lo que sea, pero unidos, y haciendo crecer la identidad de su tierra, sin olvidarse de acoger al de fuera, que siempre tendrá su espacio, y como no, su papa, gofio o lo que se ofrezca. Este año, tendré la suerte de empezar la temporada de Romerías en Tegueste, que abre calendario, el 27 de abril.

 Lejos de interpretar este post como nacionalismo trasnochado, todo el que me conoce sabe ‘de que pie cogeo en política’, me gustaría que se considerara como un escrito en defensa de lo nuestro , de nuestras costumbres, nuestros productos, nuestras tiendas, nuestra gente y nuestros pueblos. Una defensa que debe ser con ‘los de fuera’, acogerles y hacerles partícipes de nuestros principios, y así admitirlos como parte e identificarles, aunque hay que reconocer que muchas veces somos ‘los de dentro’ los que a pesar de la bandera guillotinada en el retrovisor dejamos perder la identidad sin darnos cuenta, o no queriéndonos dar cuenta, hasta el día en el que tenga que explicar a mi hijo que antes no se bebía por medio de una pajita unida a una lata en la gorra de beisbol, que se bebía con unos artilugios que ya le enseñaré en el desván, y que se llaman bota, porrón o botijo.

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4 comentarios

  1. […] del paisaje, de la historia, del futuro, de las costumbres, de las razas, de los pueblos, de nuestras tradiciones  y de mil cosas más. Lamentablemente hemos perdido todos esos Productos Interiores, sin que en su […]

  2. […] o convivencia, el síndrome de la abuela esclava, el fracaso de la universidad en el Siglo XXI, la pérdida de la identidad, la nula implicación social, los borreguismos varios y otros tantos asuntos de actualidad pudieran […]

  3. […] (me cuesta hasta escribirlo) es la personificación del fantasma que pulula amenazante sobre nuestras tradiciones, y me refiero al peligro que acecha sobre las arraigadas tradiciones españolas. Que lo hagan los […]

  4. […] isla que me ha acogido en infinidad de ocasiones para recorrer sus tradiciones,  pasar unos días de descanso o, incluso, ejercer mi labor profesional, celebrará el último […]

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